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FORMACIÓN DE CATEQUISTAS

MÓDULOS FORMATIVOS

módulo i
 
BIblIA Y CATEQUESIS

PRESENCIAL (Cronograma)

Agosto a Octubre del 2025

08:30  - 13h00

PLATAFORMA VIRTUAL:

  • Documentos
  • Actividades (Tareas)
  • Foros
  • Cuestionarios

módulo iI
LITURGIA Y CATEQUESIS

PRESENCIAL (Cronograma)

Noviembre 2025 a Febrero 2026

08:30  - 13h00 

PLATAFORMA VIRTUAL:

  • Documentos
  • Actividades (Tareas)
  • Foros
  • Cuestionarios

módulo iii
CRISTOLOGIA  PARA LA CATEQUESIS

PRESENCIAL (Cronograma)

Marzo  a  Mayo 2026

08:30  - 13h00

PLATAFORMA VIRTUAL:

  • Documentos
  • Actividades (Tareas)
  • Foros
  • Cuestionarios

módulo iv
ECLESIOLOGÍA PARA LA CATEQUESIS

PRESENCIAL (Cronograma)

Junio a Agosto 2026

08:30  - 13h00

PLATAFORMA VIRTUAL:

  • Material Bibliográfico
  • Actividades (Tareas)
  • Foros
  • Cuestionarios

módulo v
el ser y el hacer del catequista

PRESENCIAL (Cronograma)

Septiembre a Noviembre 2026

08:30  - 13h00

PLATAFORMA VIRTUAL:

  • Material Bibliográfico
  • Actividades (Tareas)
  • Foros
  • Cuestionarios

módulo vi
PEDAGOGÍA Y METODOLOGÍA EN LA CATEQUESIS

PRESENCIAL (Cronograma)

Diciembre 2026 a abril  2027

08:30  - 13h00

PLATAFORMA VIRTUAL:

  • Material Bibliográfico
  • Actividades (Tareas)
  • Foros
  • Cuestionarios

módulo vii
mariología en LA CATEQUESIS

PRESENCIAL (Cronograma)

Mayo a Junio 2027

08:30  - 13h00

PLATAFORMA VIRTUAL:

  • Material Bibliográfico
  • Actividades (Tareas)
  • Foros
  • Cuestionarios

módulo viii
APOLOGÉTICA en la  catequesis

PRESENCIAL (Cronograma)

 Julio a Agosto del 2027

08:30  - 13h00

PLATAFORMA VIRTUAL:

  • Material Bibliográfico
  • Actividades (Tareas)
  • Foros
  • Cuestionarios

final de curso
entrega de diplomas

PRESENCIAL

Septiembre del 2027

Por definir

PLATAFORMA VIRTUAL:

  • Cierre de plataforma




DECÁLOGO DEL CATEQUISTA

DECÁLOGO DEL CATEQUISTA


1. Cuidar mi vocación de catequista con la oración y la formación permanente.

2. Estudiar y amar la Palabra de Dios como fuente principal de la catequesis.

3. Crecer en el amor a Cristo, a la Iglesia y a cada hermano.

4. Desarrollar mi vida espiritual con la vivencia de los sacramentos y la participación activa a favor de la                   comunidad cristiana.

5. Dar testimonio de Cristo en toda circunstancia.

6. Trabajar en común unión con los sacerdotes y mis hermanos en la fe.

7. Preparar con seriedad y creatividad todos los encuentros catequísticos.

8. Participar con entusiasmo en los encuentros de formación, de oración y de programación de las catequesis.

9. Servir con humildad y respeto, confiando más en la acción del Espíritu Santo que en mis méritos.

10. Revisar y purificar mis motivaciones para evitar la rutina y la autosuficiencia.

Biografía:  Miguel Febres Cordero Muñoz llamado religiosamente como Santo Hermano Miguel nació en Cuenca el 7 de noviembre de 1854 y falleció en Premiá de Mar el 9 de febrero de 1910.  Considerado santo por la Iglesia católica, fue un religioso miembro del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas y educador ecuatoriano, es venerado el 9 de febrero.

Biografía: El día de su nacimiento, sus padres se entristecieron al ver que el niño tenía los pies deformes pero siempre estuvieron atentos al cuidado de su salud. Los cinco años el pequeño aún no había dado los primeros pasos, pero sucedió que un día observando un rosal florecido en el jardín de su casa gritó: «Miren qué hermosa es la señora que está sobre las rosas».  Acudieron sus padres y familiares pero no vieron nada especial; sin embargo el niño continuo diciendo: «Miren cómo es de hermosa. Tiene un vestido blanco y un manto azul y me llama».   Y luego todos quedaron maravillados al ver que el niño se levantó y comenzó a caminar. Estaba curado. La Virgen había obrado un milagro de manera impresionante.

Educación: Gabriel García Moreno, Presidente del Ecuador, católico ejemplar y mártir, trajo a los Hermanos Cristianos, formidables educadores, que en 1863 fundaron un colegio en Cuenca, en el que fue matriculado Miguel Febres Cordero.  Miguel sobresalía entre los alumnos por su gran inteligencia pero sobre todo por su inmenso deseo de aprender.

Vocación: El Hermano Miguel, contribuyó durante el resto de su vida a la enseñanza en las escuelas cristianas, acostumbraba dar clases diarias de catecismo, su misión era la dedicación a la enseñanza de tiempo completo a niños de todas las clases sociales, desde clases elementales hasta superiores.  El resto del tiempo la pasaba atendiendo enfermos, estudiando idiomas (logra hablar cinco idiomas: alemán, inglés, italiano, francés y latín) y escribiendo libros. Publicó más de cien libros con adaptaciones de obras que habían gustado en otros países. Fue admitido como socio en la Academia Ecuatoriana de la Lengua, en la Academia de Venezuela, y en la de Francia.

Exilio y muerte: En 1907 es exiliado por el gobierno anticlerical del presidente Eloy Alfaro. Lo trasladan a España, donde el clima es más suave, y el 9 de febrero de 1910, atacado por una pulmonía, muere santamente.


Beatificación y Santificación: Después de su muerte empezaron a obtenerse milagros maravillosos por la intercesión del hermano Miguel, fue beatificado por el papa Pablo VI el 30 de octubre de 1977 y canonizado por el papa Juan Pablo II el 21 de octubre de 1984.

catequesis

formación de catequistas

La Iglesia para su misión de catequizar ha dedicado grandes esfuerzos a la formación integral de quienes se encargan de esta tarea. Esta preocupación permanece viva hoy en ella. En este sentido se afirma que es preciso: Organizar adecuadamente la formación de los catequistas tanto en lo que concierne a la formación básica inicial, así como a la formación permanente, cuidar la atención personal y espiritual de los catequistas y del grupo de catequistas como tal. Por tanto,  es absolutamente prioritario la formación de los catequistas laicos. 


En base a lo expresado en el Concilio Vaticano II: “Procuren (los obispos) que los catequistas se preparen debidamente para este menester, de manera que conozcan bien las enseñanzas de la Iglesia y aprendan teórica y prácticamente las leyes psicológicas y las doctrinas pedagógicas” (CD14). Y el Código de Derecho Canónico lo ratifica afirmando: “Cuiden los ordinarios del lugar de que los catequistas se preparen debidamente para cumplir bien su tarea”. (Cann, 780)


FINALIDAD 

Capacitar a los catequistas, mediante una formación organizada y sistemática entorno a la fe de la Iglesia y una experiencia en comunión eclesial, para que puedan participar eficazmente en un itinerario catequético mediante la cual anuncien a Jesucristo; den a conocer su vida enfocada en la historia de la salvación; expliquen su misterio de Hijo de Dios hecho hombre por nosotros; y ayude, finalmente al catecúmeno a identificarse con Jesucristo en los sacramentos de iniciación cristiana.


OBJETIVOS

  • Fortalecer la madurez humana y cristiana de los catequistas propiciando el conocimiento de Dios vivo, el encuentro con Jesucristo y la disponibilidad para dejarse conducir por la acción del Espíritu Santo en la Iglesia.
  • Favorecer el crecimiento espiritual, sacramental, de oración y el compromiso cristiano de los catequistas.
  • Promover su vinculación y comunión eclesial.
  • Ayudar a tomar conciencia de la necesidad de evangelizar y catequizar al hombre de hoy, y a entusiasmarse por el Reino de Dios.
  • Lograr que alcancen un conocimiento del mensaje cristiano en sus elementos esenciales, adquiriendo aquella competencia doctrinal y pedagógica que les permita hacer de la catequesis una escuela de fe y formación de vida cristiana.


procedimientos


La puesta en marcha y realización de las actividades formativas propias de esta Formación de Catequistas se llevará a  cabo bajo los siguientes procedimientos:


Procedimiento A


La programación formativa se ajusta con las actividades que atienden a la formación eclesial y espiritual de los catequistas, y al entrenamiento para la práctica de la catequesis.


Procedimiento B


La programación de las actividades formativas se ajusta a un plan modular híbrido con clases presenciales y actividades en línea de acuerdo al siguiente plan de trabajo:


  • Encuentro presencial para la formación modular de catequistas es un día al mes (Según cronograma).
  • Actividades en línea (Tareas, foros, cuestionarios) para el estudio individual y grupal de los temas asignados en la plataforma virtual para la formación de catequistas según el módulo correspondiente.
  • Resumen y síntesis modular
  • Evaluación en línea al final de cada módulo formativo

plataforma virtual

FORMACIÓN EN LÍNEA

448

Days

21

Hours

27

Minutes

30

Seconds

LO QUE TODO CATEQUISTA DEBE CONOCER

MANDAMIENTOS DE LA IGLESIA CATÓLICA

Los mandamientos de la Iglesia Católica se refieren a las normas y preceptos establecidos por la Iglesia para orientar la vida de los fieles en su relación con Dios y con sus prójimos. En general, se pueden entender como una extensión de los 10 mandamientos dados por Dios en el Sinaí, adaptados a la vida cristiana y a las necesidades de la Iglesia. 

Los 5 mandamientos de la Iglesia Católica:

  • Oír misa completa en domingos y fiestas de guardar: Esto implica participar activamente en la celebración de la Eucaristía y no realizar trabajos serviles innecesarios en esos días.
  • Confesar pecados mortales al menos una vez al año y en peligro de muerte: Este mandamiento enfatiza la importancia de la reconciliación con Dios a través del sacramento de la penitencia.
  • Comulgar al menos en Pascua de Resurrección: La comunión es el sacramento de la Eucaristía, en el que se recibe el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y se celebra la memoria de su muerte y resurrección.
  • Ayunar y abstenerse de comer carne de acuerdo con el mandato de la Santa Madre Iglesia: El ayuno y la abstinencia son prácticas que promueven la reflexión y el sacrificio, y se realizan en determinadas fechas según la tradición de la Iglesia.
  • Ayudar a la Santa Madre Iglesia en sus necesidades de acuerdo con nuestras capacidades: Este mandamiento invita a la participación activa en la vida de la Iglesia, colaborando en su sostenimiento y en la difusión de su mensaje.


LOS SIETE PECADOS CAPITALES

Los siete pecados capitales, también conocidos como pecados cardinales, son la soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. Son considerados las raíces de otros pecados y vicios, y se contraponen a siete virtudes: humildad, generosidad, castidad, paciencia, templanza, caridad y diligencia.


Lista de los Siete Pecados Capitales:

 

Soberbia: Exceso de orgullo o vanidad, una actitud de superioridad hacia los demás.

Avaricia : Amor excesivo al dinero, posesión o bienes materiales.

Lujuria   : Deseo sexual excesivo o descontrolado.

Ira              : Enfado intenso, resentimiento o cólera.

Gula          : Comportamiento insaciable, excesivo en la comida o bebida.

Envidia    : Sentimiento de resentimiento o tristeza por el éxito o posesiones de otros.

Pereza     : Falta de interés o disposición para realizar actividades o trabajos.


PECADOS VENIALES Y MORTALES

En la doctrina católica, los pecados se dividen en dos tipos: veniales y mortales. Los pecados veniales son ofensas menores que dañan la relación con Dios, pero no la rompen por completo, mientras que los pecados mortales son violaciones graves de la ley divina que rompen el amor con Dios y, si no son confesados, pueden llevar a la muerte eterna.



PECADOS VENIALES

Son ofensas menores a Dios que no privan a la persona de la gracia santificante.  No rompen la relación con Dios, pero la debilitan y la enfrían. Pueden ser debilidades cotidianas que dañan la vida espiritual. Pueden llevar a cometer pecados mortales si se repiten o se ignoran.



Ejemplos de Pecados Veniales:

Ceder a la pereza o a la ira, Perder el tiempo en conversaciones inútiles, Estar en misa con la mente distraída, No practicar la caridad, No cumplir con obligaciones leves.

 

PECADOS MORTALES

Son transgresiones graves de la ley de Dios que rompen la relación con Él. Implican una materia grave (como asesinato, adulterio, blasfemia).  Se cometen con pleno conocimiento de que son incorrectos y con deliberado consentimiento.  Si no son confesados, impiden la salvación eterna.

 

Ejemplos de Pecados Mortales:

Asesinato.

Adulterio.

Blasfemia.

Aborto.

Ingratitud.

No ir a misa los domingos sin causa justa.

Grave daño a la reputación de otra persona.

Estafar a un trabajador de su salario.

Usar drogas o alcohol en exceso.


LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Nuestro Señor Jesucristo ha enseñado que para salvarse es necesario cumplir los mandamientos. Cuando un joven le pregunta: «Maestro, ¿qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?» (Mt 19,16), Él responde «Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos» (Mt 19,17). A continuación, cita algunos preceptos referentes al amor al prójimo: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás testimonio falso, honra a tu padre y a tu madre» (Mt 19,18-19). Estos preceptos, junto con los referentes al amor a Dios que el Señor menciona en otras ocasiones, forman los diez mandamientos de la Ley divina (cfr. Ex 20,1-17; Catecismo, 2052). «Los tres primeros se refieren más explícitamente al amor de Dios y los otros siete al amor del prójimo» (Catecismo, 2067).

«Jesús muestra que los mandamientos no deben ser entendidos sólo como un límite mínimo que no hay que sobrepasar, sino como una senda abierta para un camino moral y espiritual de perfección, cuyo impulso interior es el amor (cfr. Col 3,14)». Por ejemplo, el mandamiento “No matarás” contiene la llamada no sólo a respetar la vida del prójimo sino a promover su desarrollo y fomentar su enriquecimiento en cuanto personas. No se trata de prohibiciones que limitan la libertad; son luces que muestran el camino del bien y de la felicidad, liberando al hombre del error moral.

Primer Mandamiento: Amarás a Dios sobre todas las cosas.

Segundo Mandamiento: No tomarás el nombre de Dios en vano.

Tercer Mandamiento: Santificarás las fiestas.

Cuarto Mandamiento: Honrarás a tu padre y a tu madre.

Quinto Mandamiento: No matarás.

Sexto Mandamiento: No cometerás actos impuros.

Séptimo Mandamiento: No robarás.

Octavo Mandamiento: No darás falso testimonio ni mentirás.

Noveno Mandamiento: No consentirás pensamientos ni deseos impuros.

Décimo Mandamiento: No codiciarás los bienes ajenos.


DONES DEL ESPÍRITU SANTO

Todos vivimos rodeados de regalos de Dios. Lo bueno que tenemos, las cualidades del alma y del cuerpo, todo son dones del Señor para que nos ayuden a ser felices en esta vida y alcancemos con ellos el Cielo. Pero fue sobre todo en el momento de nuestro Bautismo cuando nuestro Padre Dios nos llenó de bienes incontables. Borró la mancha del pecado original en nuestra alma. Nos enriqueció con la gracia santificante, por la que nos hacía partícipes de su misma vida divina y nos constituía en hijos suyos. Nos hizo miembros de su Iglesia. Junto con la gracia, Dios adornó nuestra alma con los dones del Espíritu Santo.

Los dones del Espíritu Santo son un nuevo regalo que Dios otorga al alma para que pueda realizar de modo más perfecto y como sin esfuerzo las obras buenas en las que se manifiesta el amor a Dios, la santidad: presencia de Dios, caridad, ofrecimiento del trabajo, pequeñas mortificaciones a lo largo del día. El alma es investida «de un aumento de fuerza, se hace apta para obedecer con mayor facilidad y prontitud a la llamada y a los impulsos del Espíritu.

Es tanta la eficacia de estos dones, que conducen al hombre a las más altas cimas de la santidad, y tanta su excelencia, que perseveran intactos, aunque más perfectos, en el reino celestial. Merced a ellos, el Espíritu Santo nos mueve a desear y nos empuja a conseguir las bienaventuranzas evangélicas, que son como flores abiertas en la primavera, como indicio y presagio de la eterna bienaventuranza»

Los dones del Espíritu Santo van conformando nuestra vida según las maneras y modos propios de un hijo de Dios, nos dan una finura y sensibilidad mayor para oír y poner en práctica las mociones e inspiraciones del Paráclito, que así va gobernando con prontitud y facilidad nuestra vida, que entonces se guía por el querer de Dios, y no por nuestros gustos y caprichos

La lucha decidida contra todo pecado venial deliberado nos dispone para recibir la luz y la protección del Paráclito a través de sus dones. La claridad que recibimos en la inteligencia nos hace conocer y comprender las cosas divinas; la ayuda que alcanza nuestra voluntad nos permite aprovechar con eficacia las oportunidades de realizar el bien que se nos presentan cada día y rechazar las tentaciones de todo aquello que nos alejaría de Dios.


Son siete los dones del Espíritu Santo: Sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.


El don de INTELIGENCIA nos descubre con mayor claridad las riquezas de la fe.

El don de CIENCIA nos lleva a juzgar con rectitud de las cosas creadas y a mantener nuestro corazón en Dios y en lo creado en la medida en que nos lleve a Él;

El don de SABIDURÍA nos hace comprender la maravilla insondable de Dios y nos impulsa a buscarle sobre todas las cosas y en medio de nuestro trabajo y de nuestras obligaciones.

El don de CONSEJO nos señala los caminos de la santidad, el querer de Dios en nuestra vida diaria, nos anima a seguir la solución que más concuerda con la gloria de Dios y el bien de los demás.

El don de PIEDAD nos mueve a tratar a Dios con la confianza con la que un hijo trata a su Padre.

El don de FORTALEZA nos alienta continuamente y nos ayuda a superar las dificultades que sin duda encontramos en nuestro caminar hacia Dios.

El don de TEMOR DE DIOS nos induce a huir de las ocasiones de pecar, a no ceder a la tentación, a evitar todo mal que pueda contristar al Espíritu Santo, a temer radicalmente separarnos de Aquel a quien amamos y constituye nuestra razón de ser y de vivir


FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO

Los frutos del Espíritu Santo son 12: Caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad.


AMOR: Es el primero de los frutos del Espíritu Santo, fundamento y raíz de todos los demás. Siendo El, la infinita caridad, o sea, el Amor Infinito, es lógico que comunique al alma su llama, haciéndole amar a Dios con todo el corazón, con todas las fuerzas y con toda la mente y al prójimo por amor a Dios. Donde falta este amor no puede encontrarse ninguna acción sobrenatural, ningún mérito para la vida eterna, ninguna verdadera y completa felicidad. Es lógico, también, que la caridad sea un dulcísimo fruto, porque el amor de Dios, es alcanzar el propio fin en la tierra y es el principio de esta unión en la eternidad.


ALEGRÍA: Es el fruto que emana espontáneamente de la caridad, como el perfume de la flor, la luz del sol, el calor del fuego da al alma un gozo profundo, producto de la satisfacción que se tiene de la victoria lograda sobre sí mismo, y del haber hecho el bien. Esta alegría no se apaga en las tribulaciones crece por medio de ellas. Es alegría desbordada.


PAZ: La verdadera alegría lleva en sí la paz que es su perfección, porque supone y garantiza el tranquilo goce del objeto amado. El objeto amado, por excelencia, no puede ser otro sino Dios, y de ahí, la paz es la tranquila seguridad de poseerlo y estar en su gracia. Esta es la paz del Señor, que supera todo sentido, como dice San Pablo (Fil. 4,7) pues es una alegría que supera todo goce fundado en la carne o en las cosas materiales, y para obtenerla debemos inmolar todo a Dios.


PACIENCIA: Siendo la vida una permanente lucha contra enemigos, visibles e invisibles y contra las fuerzas del mundo y del infierno, es necesaria mucha paciencia para superar las turbaciones que estas luchas producen en nosotros, y para encontrarnos en armonía con las criaturas con que tratamos, de diferente carácter, educación, aspiraciones y a menudo dominadas por ideas fijas de todo tipo.

LONGAMINIDAD: Este fruto del Espíritu Santo, confiere al alma una amplitud de vista y de generosidad, por las cuales, ésta saber esperar la hora de la Divina Providencia, cuando ve que se retrasa el cumplimiento de sus designios y sabe tener bondad y paciencia con el prójimo, sin cansarse por su resistencia y su oposición. Longanimidad es lo mismo que gran coraje, y gran ánimo en las dificultades que se oponen al bien, es un ánimo sobrenaturalmente grande en concebir y ejecutar las obras de la verdad.


BENIGNIDAD: Es disposición constante a la indulgencia y a la afabilidad en el hablar, en el responder y en el actuar. Se puede ser bueno sin ser benigno teniendo un trato rudo y áspero con los demás; la benignidad vuelve sociable y dulce en las palabras y en el trato, a pesar de la rudeza y aspereza de los demás. Es una gran señal de la santidad de un alma y de la acción en ella del Espíritu Santo.


BONDAD: Es el afecto que se tiene en beneficiar al prójimo. Es como el fruto de la benignidad para quien sufre y necesita ayuda. La bondad, efecto de la unión del alma con Dios, bondad infinita, infunde el espíritu cristiano sobre el prójimo, haciendo el bien y sanando a imitación de Jesucristo.


MANSEDUMBRE: La mansedumbre se opone a la ira y al rencor, se opone a la ira que quiere imponerse a los demás; se opone al rencor que quiere vengarse por las ofensas recibidas. La mansedumbre hace al cristiano paloma sin hiel, cordero sin ira, dulzura en las palabras y en el trato frente a la prepotencia de los demás.


FIDELIDAD: Mantener la palabra dada, ser puntuales en los compromisos y horarios, es virtud que glorifica a Dios que es verdad. Quién promete sin cumplir, quien fija hora para un encuentro y llega tarde, quien es cortés delante de una persona y luego la desprecia a sus espaldas, falta a la sencillez de la paloma, sugerida por Jesucristo e induce a los demás a la incertidumbre en las relaciones sociales.


MODESTIA: La modestia, como lo dice su nombre, pone el modo, es decir, regula la manera apropiada y conveniente, en el vestir, en el hablar, en el caminar, en el reír, en el jugar. Como reflejo de la calma interior, mantiene nuestros ojos para que no se fijen en cosas vulgares e indecorosas, reflejando en ellos la pureza del alma, armoniza nuestros labios uniendo a la sonrisa la simplicidad y la caridad, excluyendo de todo ello lo áspero y mal educado.


CONTINENCIA: La continencia mantiene el orden en el interior del hombre, y como indica su nombre, contiene en los justos límites la concupiscencia, no sólo en lo que atañe a los placeres sensuales, sino también en lo que concierne al comer, al beber, al dormir, al divertirse y en los otros placeres de la vida material. La satisfacción de todos estos instintos que asemejan al hombre a los animales, es ordenada por la continencia que tiene como fin energía, el amor a Dios.


CASTIDAD: La castidad es la victoria conseguida sobre la carne y que hace del cristiano templo vivo del Espíritu Santo. El alma casta, ya sea virgen o casada (porque también existe la castidad conyugal, en el perfecto orden y empleo del matrimonio) reina sobre su cuerpo, en gran paz y siente en ella, la inefable alegría de la íntima amistad de Dios, habiendo dicho Jesús: Felices los limpios de corazón, porque verán a Dios. Con la gracia de Dios.


SACRAMENTOS DE LA IGLESIA CATÓLICA

Los sacramentos son signos especiales del amor y la presencia de Dios, que fueron instituidos por Jesús. Los sacramentos unen a los católicos de todo el mundo con Jesucristo y a los unos con los otros.


SACRAMENTOS DE INICIACIÓN

La iniciación cristiana es el proceso de convertirse en miembro de la Iglesia Católica. Los sacramentos de Bautismo, Confirmación y Eucaristía nos introducen en la Iglesia. El Bautismo lleva a los católicos a los otros dos sacramentos de iniciación: la Confirmación y la Eucaristía. Sin embargo, no todos comienzan o completan la iniciación cristiana al mismo tiempo. Los adultos y los niños mayores participan en el Rito de Iniciación Cristiana para Adultos (RICA) y, después de un período de preparación, reciben los tres sacramentos de iniciación cristiana en una celebración, generalmente en la Vigilia Pascual.


El sacramento del Bautismo

El Bautismo es el primer sacramento que reciben los católicos. En el Bautismo, somos marcados como pertenecientes a Cristo. En el sacramento del Bautismo, somos bienvenidos en la Iglesia y nos convertimos en hijos de Dios. Aunque muchos católicos se bautizan cuando son bebés o niños pequeños, una persona puede ser bautizada a cualquier edad. Durante el sacramento del Bautismo, la inmersión en agua simboliza que la persona que está siendo bautizada muere por el pecado y resucita a una nueva vida en Cristo, purificada y santificada. En el Bautismo, somos liberados del pecado original y nuestros pecados personales son perdonados, reciben el Espíritu Santo, se borra el pecado original, pasa a ser hijo de Dios y a la vida cristiana.


El sacramento de la Confirmación

En el sacramento de la Confirmación, somos sellados con el don del Espíritu Santo. La Confirmación profundiza la gracia recibida en el Bautismo y, al igual que el Bautismo, solo la recibimos una vez. La Confirmación nos fortalece para vivir como seguidores de Jesucristo. A través de la Confirmación, nos asemejamos más a Cristo y somos fortalecidos para ser testigos activos de Jesús. Nuestra relación con la Iglesia también se fortalece; somos enviados a vivir nuestra fe en el mundo. Aquellos que se han preparado para celebrar el sacramento de la Confirmación, llamados candidatos, generalmente son confirmados por un obispo durante la celebración del sacramento. Aquí recibimos 7 regalos que son los dones del Espíritu Santo.


El sacramento de la Eucaristía

El sacramento de la Eucaristía es el único sacramento de iniciación que los católicos celebran una y otra vez (después de la preparación y la primera recepción del sacramento). La Eucaristía es un recuerdo, una comida y un sacrificio. Otro nombre para el sacramento es la Misa. En el sacramento de la Eucaristía, recibimos a Jesucristo, el Pan de Vida, en la Sagrada Comunión y somos alimentados por la Palabra de Dios. La gracia recibida por primera vez en el Bautismo crece en aquellos que celebran el sacramento y están más unidos a Cristo y los unos con los otros como el Cuerpo de Cristo, la Iglesia, y se fortalecen para servir a Dios y atender las necesidades de los demás.


LOS SACRAMENTOS DE SANACIÓN

La Iglesia celebra dos sacramentos de sanación: la Penitencia y Reconciliación y la Unción de los Enfermos. En estos sacramentos, la Iglesia celebra el poder sanador de Jesús. Jesús dio a sus apóstoles el poder de perdonar los pecados y sanar a los enfermos en su nombre. Hoy, en el sacramento de la Penitencia, los sacerdotes tienen el poder de perdonar los pecados en nombre de Jesús. En la Unción de los Enfermos, la Iglesia ofrece a los enfermos la paz y la misericordia sanadora de Dios.


El sacramento de la Penitencia

En el sacramento de la Penitencia, los miembros de la Iglesia se reconcilian con Dios y con la Iglesia. En este sacramento, los que están verdaderamente arrepentidos confiesan sus pecados y los sacerdotes los perdonan en el nombre de Cristo y la Iglesia mediante el poder del Espíritu Santo. El sacramento de la Penitencia y Reconciliación fortalece o renueva la gracia. Fortalece a los católicos a vivir según los mandamientos como discípulos de Jesús. Aquellos que se preparan para celebrar la Eucaristía por primera vez deben prepararse para recibir primero el sacramento de la Penitencia y Reconciliación. Los católicos celebran el sacramento de la Penitencia una y otra vez.


El sacramento de la Unción de los Enfermos

El sacramento de la Unción de los Enfermos se administra a aquellos que están muy enfermos o cerca de la muerte. Los familiares, amigos y miembros de la parroquia se reúnen para orar por la sanación y la misericordia de Dios. El sacerdote y las personas reunidas rezan para que el enfermo se sane, y el sacerdote lo unge y ora por su salud. Aquellos que reciben el sacramento se les otorga la gracia de responder a su enfermedad con esperanza y fortalece su fe en un Dios amoroso. Este sacramento puede celebrarse durante la Misa o en cualquier lugar que se necesite, incluso en el hogar o en el hospital donde se encuentra la persona enferma. Los católicos pueden celebrar este sacramento más de una vez.


LOS SACRAMENTOS AL SERVICIO DE LA COMUNIÓN

La Iglesia celebra dos sacramentos al servicio de la comunión. Estos sacramentos son el Matrimonio y el Orden Sagrado. Aquellos que reciben estos sacramentos se fortalecen para servir a Dios y a la Iglesia a través de una vocación particular.


Matrimonio

En el sacramento del Matrimonio, un hombre y una mujer se convierten en marido y mujer, y prometen ser fieles el uno al otro por el resto de sus vidas. El Matrimonio une a la pareja casada como compañeros en el amor y los fortalece para cumplir sus promesas a Cristo y entre sí. Durante el sacramento, el amor de la pareja es bendecido y fortalecido por la gracia del sacramento. Los novios son los celebrantes del sacramento del Matrimonio y el sacerdote o diácono actúa como testigo y bendice la unión realizada por Dios. Las parejas casadas sirven a la Iglesia Católica y comparten el Evangelio en sus familias, hogares y comunidades.


Orden Sagrado u orden sacerdotal

En el sacramento del Orden Sagrado, los hombres bautizados son ordenados para servir a la Iglesia como obispos, sacerdotes y diáconos. A través de este sacramento, la Iglesia Católica continúa la misión que Jesucristo dio por primera vez a los apóstoles: la misión especial de predicar la Buena Nueva y dirigir y servir a la Iglesia Católica. Los ordenados en el sacramento del Orden Sagrado reciben la gracia necesaria para llevar a cabo su ministerio a los fieles y quedan impresos con un carácter sacramental indeleble.


5 PASOS PARA UNA BUENA  CONFESIÓN

Algunos consejos sencillos para cuando vas a confesarte


1. EXAMEN DE CONCIENCIA

Ponernos ante Dios que nos ama y quiere ayudarnos. Analizar nuestra vida y abrir nuestro corazón sin engaños.


2. DOLOR DE LOS PECADOS

Sentir un dolor verdadero por haber pecado ya que hemos lastimado a quien más nos quiere: Dios.


3. PROPÓSITO DE LA ENMIENDA

Si verdaderamente amo a Dios, no puedo seguir lastimando al Amado. De nada sirve confesarnos si no queremos mejorar. Podemos caer de nuevo por debilidad, pero lo importante es la lucha, no la caída.


4. DECIR LOS PECADOS AL CONFESOR

El sacerdote es un instrumento de Dios. Dejemos a un lado la "vergüenza" o el "orgullo" y abramos nuestra alma seguros de que es Dios quien nos escucha. Procura seguir la regla de las tres “ces”: Corto (sin enrollarte), claro (sin ambigüedades) y completo (sin callar ningún pecado)


5. CUMPLIR LA PENITENCIA

La penitencia es una oración o un acto sencillo que representa nuestra reparación por las faltas que cometimos.


CONSEJOS PARA LA CONFESIÓN

Algunos consejos sencillos para cuando vas a confesarte


1. Antes de la confesión

Lo primero es prepararla bien. ¿Te gusta que el altar esté bonito, los manteles limpios, la Iglesia preparada? Pues lo mismo con la confesión. No la desprecies confesándote cuando te apetece y acudiendo sin preparar.  Prepárala haciendo a conciencia el examen de conciencia.


2. Al comenzar

Cuando entres utiliza el saludo inicial establecido.


- Ave María purísima. 


En algunos países se suele decir


- Padre, perdóneme porque he pecado. 


Y después dices cuánto tiempo hace que no te confiesas. No digas "mucho, poco, regular" eso es muy relativo.


3. Cuando estás diciendo tus pecados

Al confesar acuérdate de la "regla de las 3 ces". La confesión tiene que ser

- CORTA: Sin en rollarte. Sin justificarte. Sin echar la culpa a otros.

- CLARA: Diciendo sin eufemismos lo que has hecho, y mejor si dices las veces.

- COMPLETA: Diciendo todo sin callar ninguno.


4. De qué me tengo que confesar

Importante: Lo que me pasa no es pecado, lo que siento, no es pecado. El pecado es lo q hago, lo concreto, lo específico y controlable: Pensamiento, palabra, obra y  omisión.

"Pereza" no es pecado. Quedarme en la cama puede serlo.

"Egoísmo" no es pecado. No ayudar a otro sí lo es.

"Rencor" no es pecado. Hablar mal de alguien por que le tienes manía sí lo es.


5. Cuando acabas de confesarte

A veces te pueden preguntar alguna cosilla en la confesión. Se hace siempre de buena fe para poder aconsejar mejor o entender o completar lo confesado. Si tienes dudas, si quieres preguntar o dirección espiritual quizá es mejor esperar a después de la confesión. Es más ordenado. Escucha los consejos. Algunos penitentes añaden una frase antes de la absolución: "Jesús, hijo de Dios, apiádate de mi, que soy un pecador"


6. Cuando terminas

Recibe la absolución con piedad, como haces con la comunión y cumple la penitencia enseguida que si no se te olvida.  No olvides tampoco de agradecerle a Dios el inmenso regalo de su perdón y de la gracia que te concede en el sacramento para su santificación.


AYUDA PARA REALIZAR EL EXAMEN DE CONCIENCIA

Se trata de examinar nuestra conciencia a partir de nuestra última confesión. El fin del examen no es angustiarse con las culpas sino reconocerlas con seriedad y confianza en Dios para confesarlas sabiendo que seremos perdonados.

  • ¿Cuando fue mi última Confesión? ¿Me he acercado estando en pecado grave o mortal a recibir la Comunión? ¿He callado por vergüenza algún pecado mortal en mis confesiones anteriores?
  • ¿He dudado o negado las verdades de la fe católica? ¿He puesto en peligro mi fe leyendo libros o revistas contrarias a la fe católica o he asistido a reuniones de sectas que no son católicas? ¿He sido supersticioso o practicado el espiritismo.
  • ¿He tomado el nombre de Dios en vano? ¿He blasfemado? ¿He jurado sin necesidad o sin verdad?
  • ¿He faltado a Misa los domingos o días festivos por mi culpa y sin una razón grave? ¿He cumplido los días de ayuno y abstinencia?
  • ¿He desobedecido a mis padres o superiores en materias de importancia? ¿Les he mentido u ocultado la verdad?
  • ¿Tengo enemistad, odio o rencor contra alguien? ¿Rehuso perdonarle? ¿He causado daño a alguien? ¿Me he embriagado, bebido con exceso o tomado drogas? ¿He practicado, aconsejado o facilitado el grave crimen del aborto?
  • ¿He aceptado pensamientos o miradas impuras? ¿He visto películas inmorales y he visto actos impuros y de violencia en las redes sociales? ¿He tenido conversaciones vulgares o impuras? ¿He realizado actos impuros? ¿Solo o con otra persona? ¿He tomado píldoras anticonceptivas o preservativos?
  • ¿He tomado dinero o cosas que no son mías? ¿Cuánto? ¿He restituido o reparado por el daño causado? ¿He sido honrado en mis negocios?
  • ¿He dicho mentiras? ¿He calumniado o descubierto, sin causa justa, defectos graves de otra persona, aunque sean ciertos, pero no conocidos? ¿He hecho juicios temerarios contra el prójimo? ¿He reparado el daño que haya podido seguirse?




las virtudes teologales

Las virtudes teologales son la fe, la esperanza y la caridad. Son virtudes que infunde Dios en el alma de los fieles para que puedan obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna.

Aquí hay una explicación más detallada:



Fe: Es la virtud por la cual creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha revelado y que la Iglesia Católica nos propone.


Esperanza: Es la virtud por la cual deseamos y esperamos la vida eterna y la felicidad en el cielo, confiando en las promesas de Jesucristo.


Caridad: Es la virtud por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, por amor a Dios.

Estas virtudes son llamadas "teologales" porque tienen a Dios como su origen, motivo y objeto inmediato. Son infundidas por Dios en el alma de los creyentes a través de la gracia santificante. Además, informan y vivifican todas las demás virtudes morales, es decir, las virtudes humanas.




las virtudes cardinales

Las virtudes cardinales son cuatro virtudes morales fundamentales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Estas virtudes son consideradas pilares para una vida ética y un buen carácter, según la filosofía clásica y la doctrina cristiana.

Aquí te explico cada una:

 

Prudencia: Es la capacidad de discernir el bien y elegir los medios adecuados para alcanzarlo. Implica reflexionar antes de actuar, considerar las consecuencias y tomar decisiones sabias.


Justicia: Es la virtud que nos lleva a dar a cada uno lo que le corresponde, respetando los derechos de los demás y actuando con equidad.


Fortaleza: Es la capacidad de mantenernos firmes ante la adversidad, superar obstáculos y resistir las tentaciones. Nos ayuda a actuar con valentía y perseverancia.


Templanza: Es la virtud que modera nuestros deseos y pasiones, evitando los excesos y manteniendo el equilibrio. Nos ayuda a controlar nuestros impulsos y a buscar la moderación en todas las áreas de la vida.

Estas virtudes, a menudo se consideran "cardinales" porque son consideradas como las "bisagras" o "ejes" sobre las cuales giran las demás virtudes morales según la doctrina católica



las obras de misericordia

Las obras de misericordia son acciones de caridad que buscan atender las necesidades tanto corporales como espirituales del prójimo. Estas acciones se dividen en dos categorías principales: las obras de misericordia corporales y las obras de misericordia espirituales.


Obras de Misericordia Corporales (7):


  1. Dar de comer al hambriento: Ayudar a quienes no tienen acceso a alimentos.
  1. Dar de beber al sediento: Ofrecer agua a quienes carecen de ella.
  1. Vestir al desnudo: Proporcionar ropa a quienes no tienen para cubrirse.
  1. Dar posada al peregrino: Ofrecer refugio y alojamiento a quienes lo necesitan.
  1. Visitar al enfermo: Cuidar y acompañar a los enfermos.
  1. Visitar a los presos: Ofrecer consuelo y apoyo a quienes están encarcelados.
  1. Enterrar a los muertos: Dar sepultura digna a los difuntos


Obras de Misericordia Espirituales (7):

  1. Enseñar al que no sabe: Compartir conocimientos y ayudar a otros a aprender.
  1. Dar buen consejo al que lo necesita: Ofrecer orientación y sabiduría.
  1. Corregir al que se equivoca: Ayudar a otros a reconocer y rectificar sus errores.
  1. Consolar al triste: Brindar apoyo y consuelo a quienes sufren.
  1. Perdonar las injurias: Dejar de lado el rencor y perdonar las ofensas.
  1. Sufrir con paciencia los defectos del prójimo: Tolerar las fallas y limitaciones de los demás.
  1. Orar por los vivos y los muertos: Interceder ante Dios por las necesidades de los demás.




oraciones

Señor haz que yo sea tu testigo, para comunicar tu enseñanza y amor. Concédeme poder cumplir la misión de catequista con humildad y profunda confianza. Que mi catequesis sea un servicio a los demás, una entrega gozosa y viva de tu evangelio. Recuérdame continuamente que la fe que deseo irradiar la he recibido de ti para los que me confías. Hazme verdadero educador de la fe atento a la voz de tu Palabra, amigo sincero de los demás, especialmente de mis hermanos catequistas. Que sea el Espíritu Santo quien conduzca mi vida para que no deje de buscarte y quererte, para que no me venza la pereza y el egoísmo, para combatir la tristeza.

Señor: unido a ti y a la Iglesia y a tu Madre María, sepa yo guardar, como ella, tu Palabra y ponerla al servicio del mundo. Amén.

(San Juan Pablo II)

Señor, que suscitaste en tierra ecuatoriana al Santo Hermano Miguel para que con su acción catequética, mostrara a los niños el camino que conduce a Tí; concédenos que su ejemplo nos ayude a seguir a Jesucristo, nuestro Maestro, a fin de que logremos alcanzar con nuestros hermanos la gloria de tu Reino. Por nuestro Señor Jesucristo…

La Coronilla a la Divina Misericordia se reza con un rosario común y con las siguientes oraciones:


Señal de la cruz

Padre Nuestro

Ave María

Credo de los Apóstoles

En las cuentas que corresponden al Padre Nuestro se recita la siguiente oración:

Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.


En las 10 cuentas que corresponden al Ave María se recita la siguiente oración:

Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.


La siguiente invocación se repite tres veces:

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.


Oración final, opcional:

Oh Dios Eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros tu mirada bondadosa y aumenta tu misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza, nos sometamos a tu santa voluntad, que es el amor y la misericordia misma.

El Ángel del Señor anunció a María.

Y concibió del Espíritu Santo.

Ave María…


He aquí la esclava del Señor.

Hágase en mí según tu palabra.

Ave María…


El Verbo se hizo carne.

Y habitó entre nosotros.

Ave María…


Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.

Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

INAUGURACIÓN DEL CENTRO DE FORMACIÓN DE CATEQUISTAS

 FORMACIÓN DE CATEQUISTAS EN BIBLIA Y CATEQUESIS

 FORMACIÓN DE CATEQUISTAS SOBRE EL USO DE LA BIBLIA EN LA CATEQUESIS